Señora Presidenta,
Estimados colegas Ministros,
Respetados Científicos,
Señoras y Señores,
La mayor atención internacional que se le está dispensando a las cuestiones ambientales es una señal de madurez y sabiduría. El Gobierno del Presidente Fernando Henrique Cardoso ha buscado activamente alcanzar la meta del desarrollo sostenible de nuestro país. Brasil tuvo el orgullo, y todavía lo tiene, de ser sede de un evento que significó un marco en ese proceso: la llamada Río-92, cuyo resultado constituye la inspiración y esencia de todas las preocupaciones internacionales y posibles acciones en pro del desarrollo sostenible.
Nosotros podemos, por lo tanto, entender el sentimiento de orgullo y responsabilidad mostrado por nuestros anfitriones alemanes al reunirnos aquí, en esta Primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En este sentido, me gustaría agradecer, por mediación de la señora Presidenta, a las personas y al Gobierno de Alemania por la calurosa hospitalidad y por todos los esfuerzos que se están realizando para asegurar que en este encuentro se de un paso válido y efectivo en dirección a la aplicación de esta Convención de suma importancia.
En Río, el mundo se dio cuenta que, después de siglos de utilización inadvertida de los recursos naturales, el proceso de industrialización y el crecimiento económico trajeron riqueza y bienestar sin precedentes para una parte de la población mundial, pero a un costo bastante alto para la calidad del medio ambiente a escala global.
Mientras que los beneficios del desarrollo se concentran en las naciones ricas, los problemas que de él se derivan, como la contaminación industrial y química, la destrucción de la capa de ozono, la creciente generación de residuos tóxicos, así como el cambio del clima, tienden a afectar a todo el mundo y pueden poner en un serio riesgo al medio ambiente y a la vida humana, tanto en las naciones desarrolladas como en las que están en vías de desarrollo.
Entre esas nuevas "cuestiones globales", una de las principales preocupaciones de los científicos, ambientalistas y formuladores de políticas es el aumento antrópico del efecto invernadero, que necesita ser abordado a través de políticas y medidas adecuadas de manera que se eviten unas consecuencias irreversibles y catastróficas para todo el sistema climático.
El cambio climático es, tal vez, el desafío más difícil de todos los relacionados con el ambiente global enfrentados por la humanidad, a las puertas del siglo XXI. Representa un desafío tanto en relación a su escala, como a sus consecuencias y complejidad.
El cambio climático está relacionado a impactos ambientales que son, sin sombra de dudas, de escala verdaderamente planetaria y que afectarán gravemente al futuro común de la humanidad.
Los historiadores nos mostraron como, en el pasado, civilizaciones y sociedades enteras fueron eliminadas por cambios incrementales naturales en las temperaturas medias, aparentemente insignificantes pero fatales a lo largo del tiempo.
En la actualidad, nuestras sociedades enfrentan el dilema generado por la revolución industrial de los dos últimos siglos y por los modelos de producción y consumo no sostenibles que la siguieron. Ciertamente no es necesario recordarles que el debate sobre el cambio climático se está manteniendo, no como hace algunos años, sobre un telón de fondo nuevo y diferente, característico del final de la crisis económica mundial, que seguramente traerá más emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero.
Principalmente debido a las acciones antrópicas, nuestra propia sobrevivencia como civilización y especie está, por lo tanto, en juego en estos momentos, así como la propia sobrevivencia de la Naturaleza - la Naturaleza tal cual la conocíamos, pasándonos, incluso, desapercibida, en su forma más aparentemente inmutable y casi divina: el ciclo de las estaciones.
Combatir el cambio del clima inducido por el hombre también constituye un verdadero desafío global por causa de sus consecuencias, ya que la mitigación de los efectos que conducen al calentamiento global implica, necesariamente, en traer a la mesa de negociaciones los más diversos intereses legítimos de varias naciones.
Todos los problemas ambientales verdaderamente globales formulan la difícil ecuación de la integración, bajo nuestra responsabilidad común por la sostenibilidad global de intereses nacionales de "geometría variable", dependiendo de las principales cuestiones que aborde.
El debate del cambio climático también es, por fin, tal vez la más compleja de todas las cuestiones ambientales globales, ya que, ya sea desde el punto de vista de sus premisas, metodologías o estudios puramente científicos, o desde la perspectiva de lo que realmente está en juego en términos del desarrollo sostenible y bienestar de las poblaciones de todo el mundo, nos enfrenta al desafío de unir una gama increíblemente amplia de elementos para la consideración seria de la cuestión.
Las expresiones de conocimiento científico sobre esta cuestión resultan necesariamente variadas. Los puntos de vista políticos nacionales no son necesariamente coincidentes. Todavía de una forma más lamentable, hay, con toda seguridad, entre los principales participantes de este debate, diferentes matices en la expresión correcta de preocupaciones con la equidad de las soluciones del problema.
Puede ser, por lo tanto, que la entrada en vigor y la aplicación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) represente, de hecho, uno de los mayores pasos para la consideración, por la comunidad internacional, de los principales desafíos globales con los cuales nos enfrentamos en este final de siglo.
Ese instrumento legalmente vinculativo, que está a punto de recibir el reconocimiento universal, ofrece la piedra angular sobre la cual debemos construir, de manera pragmática y no enfrentada, el conjunto de modos y medios para alcanzar "el objetivo final de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida una interferencia antrópica peligrosa en el sistema climático".
La UNFCCC también abarca principios muy importantes a los cuales nos debemos atener y que son pertinentes no tan sólo a la cuestión del propio calentamiento global, sino también a la red general de consenso internacional sobre desarrollo sostenible que fue tejida y aceptada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, en 1992, en Río de Janeiro.
Solamente recordaré los más importantes, esperando que puedan guiar siempre nuestros pasos: "el principio de la precaución", "el principio del contaminador/pagador", "el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas", así como aquellos relacionados al "derecho al desarrollo", "una asociación global basada en la equidad", "la división de beneficios derivados de avances tecnológicos", "la cobertura interna de los costos adicionales por los países en vías de desarrollo a través de recursos nuevos y adicionales, además de la asistencia para el desarrollo", sin olvidarse de los conceptos más importantes de "modelos insostenibles de producción y consumo" y del propio desarrollo sostenible, que pone las preocupaciones ambientales y de desarrollo en esa perspectiva recién integrada.
Por toda su complejidad, sus implicaciones sociales y económicas y los modelos sin precedente de cooperación a ella incorporados, la Convención sobre el Cambio Climático es un instrumento de acción global para el próximo milenio.
Teniendo en cuenta esa percepción más amplia y dirigida hacia el futuro, esperamos ser capaces de decidir, aquí en Berlín, algunos pasos prácticos que puedan constituir el inicio del proceso de aplicación de los compromisos de la Convención.
En la fase actual, resalto que es de extrema importancia que nuestras decisiones no se desvíen de los conceptos y principio de la propia Convención del Clima.
Nuestra primera tarea substancial será tratar de la cuestión de la adecuación de los compromisos contenidos en los Artículos 4.2 (a) y (b) de la Convención. Mismamente que no sea fácil definir científicamente cuál sería el nivel de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera que correspondería a una interferencia peligrosa en el sistema climático, queda claro que los compromisos actuales resultan inadecuados.
Evidencias generales, así como el "principio de la precaución" y el buen sentido señalan el hecho de que mismamente si las emisiones antrópicas globales fuesen mantenidas indefinidamente en los niveles actuales, aún así la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero continuaría creciendo hasta por lo menos el año 2100.
El debate que se inicia a continuación gira en torno de qué medidas deben ser tomadas: ¿ debemos enfrentar la cuestión con el establecimiento de nuevas metas y plazos, por medio de un nuevo instrumento obligatorio, como un Protocolo a la Convención, o debemos adoptar nuevos compromisos con base en las medidas y políticas a adoptarse a nivel nacional?.
De una forma o de otra, el Gobierno brasileño siente que aquí, en una cuestión de tanta importancia, nuestras deliberaciones deben tener como base, en primer lugar, la idea de asegurar compromisos confiables y realistas para mantener la credibilidad de la Convención como instrumento.
Por lo tanto, somos de la opinión de que esa cuestión debe discutirse de forma pragmática y sin enfrentamientos, con el establecimiento de un órgano de negociaciones adecuado de esta Conferencia, con un mandato amplio que consideraría la cuestión de forma flexible y amplia, tomando en cuenta todas las opciones presentes (políticas, medidas, metas y plazos).
Se deben considerar todos los gases de efecto invernadero, así como toda la gama de los sectores involucrados en la cuestión.
Pero antes de nada, el Gobierno brasileño cree que ese necesario ejercicio debe realizarse con pleno reconocimiento y respeto al principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas de las Partes de la Convención. Insistimos en ese punto no para escapar de nuestra parte relativa de responsabilidad sobre la cuestión, como país que no figura en el Anexo I, y sí para asegurar que no se desvíen los principio de equidad en los cuales esta Convención está fundamentada.
Nuestro derecho al desarrollo no debe verse comprometido. Si la comunidad internacional está realmente dispuesta a alcanzar el objetivo general de estabilización de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero, las necesidades y prioridades nacionales para el desarrollo sostenible de los países en desarrollo deben ser adecuadamente consideradas en las políticas y programas de acción establecidos durante esa fase inicial de aplicación.
Algunos aspectos científicos más serios deben igualmente ser considerados a ese respecto. Sin duda, existe una cierta tendencia a asociar la responsabilidad de cada país directamente al nivel de sus propias emisiones antrópicas, sean o no países desarrollados. Esto, conjuntamente con el hecho de que existe una cierta confusión entre los aspectos de la contaminación urbana y de la concentración creciente de gases de efecto invernadero en la atmósfera, nos situaría en el camino equivocado.
El hecho es que en el caso de la contaminación urbana (como el dióxido de azufre), la concentración atmosférica de las partículas agresoras es directamente proporcional a las emisiones y tiene un tiempo relativamente corto de vida. En el caso de las emisiones que provocan el cambio climático, los gases de efecto invernadero tienen un tiempo de vida bastante largo: la concentración atmosférica de esos gases es, por lo tanto, proporcional al total de esas emisiones, que toma en cuenta el peso decreciente de cada gas en términos de su media de vida en la atmósfera. El calentamiento global resulta de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
El efecto práctico de estos hechos científicos incuestionables es que mientras podemos suponer que las emisiones de los países no Anexo I alcanzarán los mismos niveles que las emisiones de las Partes del Anexo I de la Convención hasta el año 2050, la concentración resultante surtirá efecto tan sólo alrededor del año 2100; de la misma forma, el consecuente aumento de temperatura se producirá alrededor del 2150.
Está claro que si consideramos las contribuciones en el cambio del clima de las emisiones pasadas (anteriores a 1990) de los países desarrollados, las curvas de intersección de los efectos de las emisiones de los países del Anexo I y de los países no Anexo I se verían, todavía más, proyectadas hacia el futuro.
Lo que quiero decir es que el problema, bastante urgente, con el cual estamos lidiando (el peligroso nivel de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera) no puede -por todos los motivos prácticos y mismo dejando de lado importantes discusiones de equidad- ser considerado por la óptica precipitada de intentarse, simplemente, la adhesión de países en vías de desarrollo al Anexo I.
Por lo tanto, resulta importante, en este contexto, que el conocimiento científico apropiado guíe las decisiones futuras de las Partes. La contribución relativa de cada gas de efecto invernadero y de cada país al cambio climático debe ser correctamente evaluada.
Independientemente del mecanismo específico que se proyecte en el futuro para mitigar las emisiones, será imperativo considerar los indicadores que tomen en cuenta la verdadera proporción real científica de la contribución de cada país, por medio de las emisiones, para el aumento de la temperatura global media a lo largo del tiempo y no tan sólo el nivel relativo de sus emisiones.
Señora Presidenta,
Otra cuestión que nuestra conferencia debe considerar, no con menos énfasis, son las disposiciones para la transferencia y el acceso a tecnologías ambientalmente seguras, por los países en vías de desarrollos, de forma a asegurar que seamos capaces de continuar nuestro camino rumbo al desarrollo sin amenazar el sistema climático.
Se ha hablado mucho al respecto de la necesidad de crear estrategias con base en el mercado, en vez de métodos de control y comando para asegurar el mayor número de modos y medios posibles para involucrar a todos los países en nuestro esfuerzo global de reducción de los gases de efecto invernadero. Nuestro posicionamiento sobre esta cuestión ya es bastante conocido, por lo que intentaré ser breve.
Por un lado, nosotros estamos de acuerdo en que medidas atractivas para el mercado y eficientes con relación a los costos puedan ser necesarias para permitir que los países en vías de desarrollo "crezcan de una forma limpia", principalmente a través del acceso a tecnologías ambientalmente seguras, como lo dispuesto en el Artículo 4.5 de la Convención.
Por otro lado, como ha probado el propio debate de la controvertida cuestión de la "aplicación conjunta", opinamos que ese concepto ha sido indebidamente empujado hacia la línea de frente de nuestras preocupaciones. Es verdad que los mecanismos de "aplicación conjunta", que presuponen la cooperación entre las Partes que figuran en el Anexo I de la Convención, son aceptables e incluso aconsejables. La expansión de este concepto a las Partes que no son del Anexo I, en términos que acarrearían el comercio de las emisiones de carbono de los países en vías de desarrollo contra el gestionamiento de los sumideros de dióxido de carbono de los países en desarrollo, lleva, en nuestra opinión, a distorsiones profundas en el espíritu y en la letra de la Convención, poniendo en juego, por lo tanto, la propia credibilidad de los compromisos relacionados con ella.
Creo que ya pasamos de la fase de intentar establecer la "naturaleza real" de la aplicación conjunta o intentar elaborar esquemas complejos, de verificación dudosa y de consecuencias imprevistas, para su aplicación. ¿ Por qué necesitamos endosar internacionalmente un concepto que se está llevando adelante como algo que se creé que sea de naturaleza puramente voluntaria y "por encima" de los compromisos de los países del Anexo I?. ¿ Será que la cuestión real que está en juego no es tan sólo la cuestión de créditos para compensar las emisiones de los países desarrollados, a través de un mecanismo que por todos los fines prácticos, no resolverá el verdadero problema, en términos cuantitativos, y que nos distraerá de nuestros principales objetivos?.
Creo que ya es la hora de caracterizar la cooperación tan necesaria entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, en el contexto de la UNFCCC, en términos pragmáticos. Debemos abandonar la discusión sobre "aplicación conjunta para crédito", dejando de lado, así, las trampas semánticas, las inaceptables apelaciones puramente mercantilistas y los estancamientos políticos presenciados hasta el momento.
En vez de eso, debemos concentrarnos en proyectar mecanismos con orientación de mercado, entre otros, para la aplicación de las disposiciones del Artículo 4.5, que se refiere al acceso a tecnologías ambientalmente seguras por los países en vías de desarrollo, siendo éste el único camino que traerá la participación completa de la mayoría de los países no Anexo I en la aplicación del objetivo de la Convención.
Señora Presidenta,
Para el Gobierno brasileño, el progreso para alcanzar el objetivo de la Convención también depende de la manutención de un elemento esencial: la credibilidad. Para mantener la credibilidad de nuestro propio trabajo, debemos meternos en un esfuerzo amplio de la divulgación entre el público de las certezas científicas disponibles sobre el cambio climático, de manera amplia y comprensible. En este sentido, el oportuno trabajo de una amplia gama de ONGs que acompañan desde cerca la aplicación de nuestras decisiones, representa un válido e importante esfuerzo para divulgar, entre el público, las acciones que han sido realizadas, así como asegurar la participación creciente de la sociedad en ese proceso. Existen muchas informaciones sobre esta cuestión, pero no todas son confiables desde el punto de vista científico.
Además, las personas deben estar conscientes de los pasos dados por los Gobiernos, en el ámbito de la Convención, para enfrentar el cambio del clima.
Señora Presidenta,
No intentaré impresionarla con nuestro positivo historial en ese contexto. Producimos un pequeño vídeo, que se está mostrando en las premisas de esta Conferencia, describiendo, de forma bastante sintetizada y con bellas imágenes, como nos situamos con relación a la cuestión del calentamiento global y que estamos haciendo al respecto.
Es suficiente con decir que Brasil es uno de los pocos países continentales con una matriz energética considerablemente limpia, con un alto nivel de energías renovables (60%), un nivel bastante bajo de emisiones fósiles (0,3% toneladas de carbono per capita) y una población cuya tasa de crecimiento disminuyó de manera consistente en las últimas tres décadas, mientras que ocupamos el 6% de la superficie terrestre.
No haré referencia a nuestro pasado bastante conocido y a nuestros avances pioneros en la utilización de la biomasa para energía renovable, en particular el alcohol de la caña de azúcar. Déjenme tan sólo mencionar dos ejemplos emblemáticos de una realización gubernamental reciente en el área del cambio climático. El año pasado, inauguramos un Centro para la Previsión Numérica del Tiempo y Estudios Climáticos, con un sistema potente y moderno de supercomputadores, enteramente dedicado a aplicaciones de modelaje atmosférico, oceánico y climático, con una inversión de más de 40 millones de dólares del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Este año seremos sede permanente, en São José dos Campos (SP), del Instituto Interamericano de Investigación sobre Cambios Climáticos, la organización regional de las Américas dedicada al estudio de la cuestión de suma importancia que estamos debatiendo actualmente en Berlín.
Muchas gracias, Señora Presidenta.